Los socios de Giorgia Meloni en el Gobierno vuelven a estar a la greña. Esta vez, la piedra de la discordia son las finanzas públicas del país transalpino. Para sanearlas, la Liga ha propuesto aumentar los impuestos a las empresas más ricas. Sin embargo, Forza Italia, el partido más neoliberal del Ejecutivo, se opone firmemente. “Mientras estemos en este Gobierno, no habrá nuevos impuestos para los italianos”, ha afirmado el viceprimer ministro, Antonio Tajani, líder de la formación.
Tajani ha respondido así al ministro de Economía, Giancarlo Giorgetti, quien la semana pasada declaró que será necesario pedir “sacrificios” a las empresas para financiar los próximos presupuestos generales, que Italia está discutiendo en estos días.
“Sé a quién solicitar estos sacrificios”, reiteró el domingo el ministro, cuya propuesta se centra principalmente en gravar los beneficios extraordinarios de las empresas y bancos. Una idea que hizo desplomarse a la Bolsa de Milán el mismo día en que se anunció.
Tensión interna
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No es el primer intento de Giorgetti. Ya propuso la medida el año pasado, pero la fuerte oposición del sector empresarial hizo que quedara en el olvido. Ahora, sin embargo, Giorgetti ha recibido un tibio respaldo de alguien con quien no siempre está alineado: Matteo Salvini, el líder de su partido, la Liga.
“Si alguien tiene que pagar algo más, que sean los banqueros y no los obreros“, ha dicho Salvini. En cambio, Forza Italia ha propuesto como alternativa (considerada poco viable por algunos expertos) concluir el proceso de imposición de impuestos a las grandes tecnológicas, pero ha reiterado su rechazo total al plan de Giorgetti. “Los impuestos deben reducirse. ¿Cómo? Recortando el gasto público, privatizando y aplicando impuestos a los gigantes de la web”, ha añadido Tajani, al añadir que si se suben los impuestos eso le dará “miedo a quienes quieren invertir en Italia”.
Palabras que han vuelto a dar visibilidad al clima de golpes bajos y acusaciones continuas que existe entre la Liga y Forza Italia, los dos socios sénior de Meloni, desde hace meses. Una fricción, esta, que se debe principalmente al descenso electoral de la Liga, mientras que la formación creada por el difunto magnate Silvio Berlusconi ha resistido mejor de lo que algunos analistas habían pronosticado.
El ‘Superbonus’ y la deuda pública
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Italia, además, enfrenta una compleja situación económica. Según cifras del Gobierno, el déficit italiano está disminuyendo (del 7,2 % en 2023 al 3,8 % este año) y se espera que continúe reduciéndose hasta el 3,3 % en 2025 y el 2,8 % en 2026. Sin embargo, el problema principal sigue siendo la gigantesca deuda pública. Aunque las proyecciones apuntan a una reducción de la deuda al 134% del PIB este año, esa tendencia de descenso podría estancarse, según datos del Banco de Italia y del Plan Estructural de Balance.
Esta incertidumbre está relacionada con el impacto del llamado Superbonus, una cuestión que en los últimos meses ha hecho poner de los nervios a Giorgetti (en la primavera se rumoreó con que llegó a amenazar con su dimisión). La razón es que este plan, que ofrece generosas deducciones fiscales para proyectos de optimización energética en viviendas, condominios y cooperativas, fue implementado en 2020 y ha supuesto una enorme carga para el Estado italiano.
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Un reciente informe de la agencia de calificación Fitch lo señalaba con claridad. Según este análisis, el Superbonus será uno de los factores que harán que la deuda pública italiana aumente hasta el 142% del PIB (actualmente es del 137%, según el Instituto Nacional de Estadística, Istat). La causa principal es que el Estado italiano ha acumulado unos 100.000 millones de euros a devolver a los beneficiarios del programa entre 2020 y 2023, que no han sido compensados con ingresos adicionales por impuestos.
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